McIlroy salva a Europa de una debacle completa en Austin

A 188 días de la Ryder Cup de Roma, y si tomamos el Mundial Match Play que se celebra estos días en el Austin Country Club de Texas (EE UU) como baremo, los augurios para el golf europeo de cara a una nueva edición de su enfrentamiento bienal contra el estadounidense son lúgubres.

De los once jugadores del Viejo Continente que se apuntaron a la cita, solo uno, el norirlandés Rory McIlroy, pasó de la fase de grupos. Quitando sus tres victorias, el balance del resto de europeos fue de siete triunfos, 21 derrotas y dos empates. El austriaco Sepp Straka, el irlandés Shane Lowry, el sueco Alex Noren y el inglés Tyrrell Hatton, todos potenciales integrantes del equipo para la Ryder, fueron colistas de su grupo. Straka y Hatton, para más inri, se fueron de manos vacías. Ni medio punto.

Jon Rahm, que junto con Rors (al que el lunes cederá la segunda plaza del ranking para pasar a la tercera) debe ser el líder espiritual del vestuario en el Marco Simone Golf, descarriló con derrotas ante Billy Horschel y Rickie Fowler. Dos buenos jugadores de match play, sí, pero ninguno en su mejor momento, sumido el primero en una mala racha (cuatro cortes fallados en sus últimos seis torneos) e inmerso todavía el segundo en una reestructuración de su swing que esta temporada está empezando a ofrecer frutos.

Solo en la defensa del fuerte se quedó un McIlroy que este sábado derrotó primero, en octavos, al australiano Lucas Herbert (3&2), sin demasiados apuros. A continuación encontró en el camino un hueso más duro de roer, el estadounidense Xander Schauffele. Lo que en la Ryder de hace dos años fue un duelo más o menos cómodo se le atragantó esta vez. Llegó el californiano, que tuvo dos golpes de renta en los nueve primeros, mandando al 13, hoyo trampa. Un par 4 maquiavélico, 260 metros de tee a green. Una bicoca para los profesionales si no fuera porque, para alcanzarlo, hay que pasar por encima del río Colorado. Un manual del concepto riesgo/recompensa, pura tragicomedia, puro Pete Dye. Rory pegó un zambombazo que se cruzó el green y Xander, en cambio, se mojó. Fue el principio del fin. El parte de defunción lo firmó McIlroy con un putt para birdie de tres metros y medio en el 18.

Su rival este domingo en semifinales será el estadounidense Cameron Young, imbatido hasta ahora. Por el otro lado del cuadro viaja el vigente campeón, Scottie Scheffler, que venció a J. T. Poston (uno arriba) en el turno matinal y sentenció después a Jason Day (2&1), una de las sensaciones del torneo y un golfista que apunta a cosas grandes este 2023, parece que olvidados ya los problemas físicos que le venían lastrando, con uno de los golpes del torneo, un pitching wedge en el precioso par 3 del 17 que aterrizó a dos pulgadas del agujero. Se encontrará con Sam Burns, que se deshizo de Patrick Cantlay (2&1) primero y de Mackenzie Hughes (3&2) después. Solo él puede dar al traste ya con lo que sería la final ideal, McIlroy contra Scheffler. El uno y el tres del mundo, frente a frente. Un Europa contra Estados Unidos anticipado a seis meses de una Ryder que o mucho cambian las cosas o tiene pinta de que se va a parecer a la anterior.

¡DIOS BENDIGA A HONDURAS!