Estamos tocando noviembre y apenas hemos visto a Lamine Yamal esta temporada. Molestias, lesiones, descansos y un cansino y persistente ruido mediático parecen haber apagado el foco que debe alumbrar su presente y, por extensión, el del Barcelona. El equipo lo echa de menos. Dos goles en 6 partidos son pocos para un futbolista destinado a tocar el cielo.
Con el regreso de la Champions League y el primer Clásico contra Real Madrid de la temporada a la vuelta de la esquina, llega el momento de dar brillo al exigente dorsal número 10 del Barcelona que asumió Lamine Yamal sin titubear en el verano pese a sus 18 intensos años.
Acostumbrado a que los elogios se fueran acumulando en la carpeta de su ego durante la pasada temporada, Lamine Yamal apenas ha tenido continuidad desde que arrancó el curso. Han pasado ya casi tres meses y la afición blaugrana puede contar con los dedos de una mano los trucos de magia de un Lamine que en el pasado contaba sus partidos por espectáculos. Desde el 31 de agosto hasta hoy sólo participó en tres de los últimos siete compromisos con el Barça. En dos ratos contra la Real Sociedad (32 minutos) y contra el Girona (64 minutos) dejó dos asistencias que invitan al optimismo, pero ante el Paris Saint-Germain desapareció tras un arranque de partido estelar.
Y claro, si desde agosto, en Liga, sólo ha jugado apenas una horita, lo más normal, lógico y evidente es que se le eche en falta. Por eso, ahora que dice que las molestias en el pubis desaparecieron (ojo con esa lesión que es muy complicada de superar y muchos de los que la padecen acaban pasando por el quirófano) es hora de volver a ver el Lamine de la pasada temporada, de que agarre el timón y comience a trazar un camino de regularidad basado en la confianza, la elegancia en su juego y la responsabilidad de ser uno de los mejores pagados de la plantilla.
Todo el mundo se atreve a juzgar a Lamine Yamal. La variedad de la crítica es interminable. Hay quien prefiere atacarlo por la gorra que viste, los zapatos que calza o por si lleva los pantalones medio caídos. O hay quien va a tratar de buscar hacer más daño y mete el foco en la espontaneidad de su padre ante una cámara o en las redes sociales. Y ya no hablemos de valorar quién es su novia, si se sube a un helicóptero o cómo celebra su mayoría de edad. Todo le vale a alguno para ensuciar su imagen.
Y Lamine Yamal, que es joven, pero no tonto, sabe que todo se silencia jugando al futbol como sólo él sabe hacerlo. La receta, parece sencilla: recuperar la regularidad, olvidarse de las molestias físicas y ver que él y sus compañeros vuelvan por la senda del buen futbol. Así, la pasada temporada les llevó a ganar el triplete doméstico, envalentonó a los culés necesitados de títulos y encendió la mecha del madridismo, que le teme y le desea que las cosas no le vayan bien. Por eso, Lamine, ya es hora de ponerse a jugar al futbol. El Clásico debe ser su momento. Con información de ESPN.