El golf intenta protegerse de los pegadores con nuevas bolas

Coto a los grandes pegadores. Es lo que intentan imponer la R&A británica y la USGA estadounidense, los dos organismos que rigen el golf a nivel mundial, con su nueva propuesta para modificar el reglamento, un cambio en el tipo de bolas empleadas que en principio solo afectaría al juego profesional, y no a la esfera amateur. Les preocupa a ambos el aumento en las distancias medias que se consiguen desde el tee y en las velocidades a las que los jugadores de élite mueven los palos hoy en día.

Estas, según datos de Golf Digest, se cifran en 8,9 yardas (unos 8 metros) desde 2011, a un ritmo de 0,8 por año, y en cerca de dos millas por hora respectivamente. La media de yardas desde el tee en el PGA alcanzó en 2022 las 299,8 (273 metros), más que nunca antes, y la de velocidad de swing se situó en 114,7 millas (184,5 kilómetros) por hora, unas dos más que hace 12 años. Aunque el ritmo al que las distancias se han ido incrementando desde entonces, 0,8 yardas al año, contrasta con el periodo 1994-2003, en el que se ganaron 2,6 por temporada, no es menos cierto que cada vez hay más campos que necesitan remodelaciones para poder contener el poderío de algunos jugadores. Es el caso de Augusta, que ha alargado varios hoyos con el paso de los años para atajar esta tendencia. Otros como St. Andrews, quedó demostrado en el British Open de 2022, son ya incapaces de frenar al golfista moderno si las condiciones meteorológicas son favorables.

La forma que adoptaría esta modificación, que de aprobarse entraría en vigor en enero de 2026, sería la de una ‘regla modelo local’. Esto quiere decir que no se impondría a todos los niveles, sino que sería la organización de cada torneo la que decidiría acogerse o no a la norma. En este caso, estaría pensada para las competiciones de élite. Y no todas. Especialmente, para determinados torneos y/o campos. Se produciría por tanto una disparidad entre el tipo de equipamiento permitido para los profesionales y el que pueden utilizar los aficionados. Según los datos de Golf Digest, los cambios que se efectuarían en los test que se realizan para homologar las pelotas podrían resultar en una pérdida de distancias en el entorno de las 20 yardas (18 metros).

La iniciativa surge de las conclusiones alcanzadas en un informe sobre la evolución de las distancias realizado por R&A y USGA. Entre estas, además de las bolas se fijó como “área de interés” el avance tecnológico en la fabricación de los palos, con caras cada vez más amables, que ofrecen un margen de error cada vez mayor, aunque por ahora no se tocará ese aspecto, que sublevaría mucho más a los fabricantes.

Estos, como otras instituciones, se han ido pronunciando tras la rueda de prensa conjunta ofrecida este martes por Mike Whan, CEO de la USGA, y Martin Slumbers, su homólogo en la R&A. No parece muy convencido el PGA Tour, que asegura estar “comprometido en la búsqueda de futuras soluciones que beneficien el juego en su conjunto, siempre que no impacten al Tour, sus jugadores o el disfrute de los aficionados”. Por su parte la PGA de América no garantiza que, de aprobarse, vaya a aplicar la nueva norma en su torneo bandera, el PGA Championship. “2026 aún queda lejos y hasta que no conozcamos los aspectos específicos de la propuesta no podemos tomar una decisión en ese sentido”, aseguran. Y enfatizan que no apoyarán “ninguna medida que haga el juego menos divertido para los golfistas aficionados” ni que favorezca una “bifurcación” entre el equipamiento de profesionales y amateurs.

Entre los proveedores, Bridgestone celebra que la medida “no esté dirigida” al golf recreacional. Callaway no tiene por ahora nada más que decir aparte de que está “estudiando la propuesta”, y Acushnet, emparentada con Titleist, afirma que participará “activamente” en las discusiones, pero cree que la regulación debe estar “unificada”. Lo que quedó como algo seguro este martes tras la rueda de prensa de Whan y Slumbers es que, de salir adelante la propuesta, se aplicará tanto en el US Open como en el British.

¡DIOS BENDIGA A HONDURAS!